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domingo, 5 de diciembre de 2010

LA GUARDIA IMPERIAL DE NAPOLEÓN BONAPARTE 1799-1815


DE LA GUARDIA DE LOS CÓNSULES A LA GUARDIA IMPERIAL


La Guardia del Cuerpo Legislativo y la Guardia del Directorio pasaron a formar la Guardia de los Cónsules tras el golpe de Estado del 18 de brumario de 1799. Cuenta la leyenda que, esa misma noche, Napoleón Bonaparte anunció a los soldados el cambio de nombre de su unidad, desde lo alto de la escalinata del palacio de la Orangerie, tras ser expulsados del poder los miembros del Consejo de los Quinientos.

La Guardia de los Cónsules pasó a ser un instrumento dedicado exclusivamente al afianzamiento de Bonaparte en el poder. La mayor parte de los hombres presentes en el cuerpo el día del golpe de Estado conservaron su puesto. Únicamente fueron destinados a otras unidades diez oficiales demasiado viejos, y veintisiete soldados y suboficiales de mala reputación, mientras que tres oficiales considerados jacobinos fueron enviados a Belle-Isle.

Murat fue nombrado comandante en jefe de la Guardia de los Cónsules, y el 2 de diciembre aprobó los requisitos necesarios para poder pertenecer a esta unidad de elite: experiencia en al menos tres campañas militares, haber sido condecorados o haber recibido heridas, estar en servicio activo, una conducta irreprochable, y saber leer y escribir. Además, exigía una considerable estatura para la época: 1,82 m para los granaderos y 1.73 m para los cazadores.

En el momento de su creación, la Guardia de los Cónsules contaba con un Estado Mayor, una compañía de infantería ligera, dos batallones de granaderos a pie, una compañía de cazadores a caballo, dos escuadrones de caballería ligera y una compañía de artillería ligera. En total, 2.089 hombres, todos ellos con un grado superior al que tendrían en un regimiento de línea y con el doble de paga.

Tras ser proclamado cónsul vitalicio, Bonaparte aumentó los efectivos de la Guardia, y en 1803 creó dos cuerpos de vélites, de ochocientos hombres cada uno, destinados a preparar a los futuros soldados de la Guardia.

El 18 de mayo de 1804, la Guardia de los Cónsules se transformó en Guardia Imperial. Contaba con 6.944 hombres. El 14 de julio, tras desfilar delante del emperador, se impusieron en los Inválidos las primeras condecoraciones de la Legión de Honor. A finales de aquel año, su equipo fue reemplazado, y el águila coronada del imperio hizo su aparición en los uniformes. A partir de aquel momento, la Guardia iba a desempeñar un papel fundamental en las campañas napoleónicas.

LA GUARDIA IMPERIAL EN 1806


La Guardia había sido reformada en diversas ocasiones desde su creación, con el fin de aumentar sus efectivos y reforzar su carácter de cuerpo de elite. En 1806, en vísperas de las batallas de Jena y Auerstädt, la Guardia Imperial estaba compuesta por 8.725 hombres,  mandados por los mariscales François Joseph Lefebvre y Jean Baptiste Bessiêres. El jefe del estado mayor era François-Xavier Roussel.

La infantería estaba organizada en tres brigadas, cada una de ellas formada por dos regimientos de dos batallones cada uno. La primera brigada, a las órdenes del general Jerôme Soules, estaba compuesta por dos regimientos de cazadores a pie. La segunda brigada, mandada por el general Pierre Augustine Hulin, agrupaba a dos regimientos de granaderos a pie. El mando de la tercera brigada, formada por dos regimientos de dragones, se encontraba vacante.

La caballería de la Guardia estaba formada por dos brigadas. El coronel Nicholas Dahlmann dirigía la primera, formada por un regimiento de cazadores a caballo, en el que se incluían los mamelucos. La otra brigada estaba dirigida por el general Frédéric Henri Walter. La formaban los granaderos a caballo y los gendarmes de elite.

La artillería de la Guardia estaba bajo las órdenes del general Joseph Christophe Cojín. Comprendía un total de veinte piezas de 8 libras, catorce de 4 libras, ocho de 6 libras, 106 armones y 171 vehículos.

LA GUADIA IMPERIAL EN 1812


Al comenzar 1812, la Guardia Imperial encuadraba casi 60.000 hombres. Los más veteranos formaban la Vieja Guardia; es decir: el Primer Regimiento de Granaderos a pie, la Compañía de Veteranos, los Granaderos y Cazadores a Caballo, los Dragones del Primer Regimiento de Caballería, los Lanceros, los Mamelucos, los Gendarmes de elite, la Artillería a pie y ligera, los Guardias del parque, los Pontoneros, los Zapadores y los Marinos.

Pertenecían igualmente a la Vieja Guardia los suboficiales del Segundo Regimiento de Granaderos a pie, de los Fusileros-Granaderos y de las compañías de Artillería de la Joven Guardia. Ésta se había formado con 25.000 reclutas, de las quintas de 1808, 1809 y 1810, que necesitaban cuatro años de servicio para pasar a la Vieja Guardia. Su entrenamiento era terrible, pero los instructores tenían prohibido tocar a los hombres y tutearlos.

Sargento de la Guardia Imperial y Tambor el 3eme de Ligne 

EL ÚLTIMO ATAQUE DE LA GUARDIA IMPERIAL


Ante la llegada de los prusianos en Waterloo, Napoleón Bonaparte ordenó a su reserva reanudar el asalto. Los británicos rechazaron una nueva carga de los coraceros franceses, pero algunos de sus cuadros empezaron a flaquear. La Haye-Sainte estaba a punto de caer y la brigada Ompteda, de la Kings German Legión, había sido aniquilada. En conjunto, era todo el centro inglés el que comenzaba a ceder y la batalla parecía decantarse a favor de las tropas francesas.

El Mariscal Ney solicitó a Bonaparte más infantería para penetrar por la brecha abierta en las filas enemigas. El emperador, preocupado por evitar el cerco prusiano, no le envió ningún apoyo hasta entrada la noche, cuando consideró que su flanco derecho estaba seguro. El Duque de Wellington aprovechó aquel retraso para reforzar el centro con unidades extraídas de los flancos.

Cuando la Guardia Imperial se lanzó al asalto definitivo contra el centro británico, ya había perdido la ventaja lograda a media tarde. Wellington, cuya ala izquierda había sido reforzada por Ziethen, dispuso a sus hombres entre La Haye-Sainte y Hougoumont, que resistía desde la mañana. Ordenó a las cuatro filas aguantar de pie el bombardeo enemigo, mientras la brigada de Maitland permanecía oculta cuerpo a tierra en un campo de centeno.

Al principio, la Guardia Imperial avanzó sin problemas. Luego, la acción de las tropas prusianas la detuvo, aunque dos regimientos consiguieron alcanzar el borde de la meseta. Creían haber hundido el centro enemigo cuando vieron alzarse repentinamente a los hombres de Maitland. Una inesperada descarga de fusilería les obligó a retroceder. Se reagruparon al pie de la pendiente y realizaron una nueva carga apoyados por la caballería. Fueron rechazados por segunda vez.
Manuel Arenas, frente a la tumba del Emperador en los Invalidos de Paris

EL DESASTRE


El pánico cundió entre los franceses. Si la Guardia Imperial no podía avanzar, nadie más sería capaz de hacerlo. La disciplina desapareció y la tropa empezó a retroceder desordenadamente. Los ingleses se lanzaron a la carga ladera abajo. Únicamente la Vieja Guardia se mantuvo en su puesto, junto a la posada de La Belle Alliance. Formó dos cuadros y, junto al cuerpo de Reille, se preparó para morir cubriendo la retirada de sus camaradas y del emperador. Finalmente, su jefe, el general Cambronne, se rindió al coronel Halkett.

Wellington y Blücher se reunieron a las 10 de la noche en La Belle Alliance para celebrar su victoria. A su alrededor, sobre los campos de centeno, yacían 22.000 aliados y 30.000 franceses. Eran los últimos muertos de las guerras napoleónicas.

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